Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) no sólo contaminan el aire que respiramos, sino también ocasiona la acidificación del mar y los océanos, un proceso que no sólo destruye corales y moluscos, sino que podría afectar a otras especies marinas e incluso acelerar el cambio climático.
Los niveles de acidez cambian dependiendo de las condiciones meteorológicas y del oleaje, sin embargo se ha comprobado que el pH del agua de la superficie del mar ha disminuido casi un 25% desde el inicio de la industrialización, lo que amenaza la supervivencia de muchas especies marinas.
La acidificación, junto al exceso de nutrientes de nitrógeno, lanzados a mar por el vertido de fertilizantes agrícolas y residuos industriales, contribuye al incremento de zonas marianas muertas, es decir, lugares marinos donde la vida está asfixiada por la contaminación o la acidificación.
Un nuevo modelo capaz de evaluar el ritmo de acidificación del océano ha demostrado que los cambios en la química de los carbonatos en las profundidades del mar pueden superar en velocidad a cualquier otra acidificación marítima producida en los últimos 65 millones de años. El modelo también predice velocidades mucho más altas de cambio medioambiental en la superficie oceánica que las registradas en el pasado, sobrepasando potencialmente a la capacidad de adaptación del plancton.
Los investigadores aplicaron un modelo que comparó el ritmo actual de acidificación del océano con el de un calentamiento global por efecto invernadero producido durante la transición entre el Paleoceno y el Eoceno, hace aproximadamente 55 millones de años, cuando las temperaturas de superficie del océano subieron alrededor de 5 ó 6 grados centígrados en unos pocos milenios. Durante este evento, no se observó ninguna catástrofe en los ecosistemas de superficie, como el plancton, aunque los organismos moradores del fondo fueron víctimas de una gran extinción.
A diferencia del plancton de la superficie que mora en un hábitat variable, los organismos que viven a gran profundidad bajo el mar, o en el fondo de éste, están adaptados a condiciones mucho más estables. Un cambio geoquímico rápido y severo en su ambiente haría muy difícil su supervivencia.
La amplia extinción de estos organismos durante aquel calentamiento del Paleoceno-Eoceno es la inquietante prueba de que extinciones similares son posibles en el futuro.
Los océanos están absorbiendo actualmente cerca de un cuarto del CO2 liberado a la atmósfera, lo que hace bajar el pH de la superficie marítima en un proceso cada vez más alarmante de acidificación del mar.
Basándose en estas comparaciones de los cambios geoquímicos marinos pasados y futuros, los autores del estudio predicen un ritmo futuro de acidificación de la superficie del océano y de aumento de la presión medioambiental sobre los organismos calcificadores marinos, como los corales, sin precedentes en los últimos 65 millones de años, de una magnitud tal que desafía el potencial del plancton para adaptarse.
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